jueves, 6 de noviembre de 2014

CEMENTERIO TECNOLÓGICO EN LA MEMORIA.
           Laura García de la Fuente.

El artista Daniel Canogar (Madrid, 1964) nos presenta una de sus exposiciones en la galería Max Estrella llamada "Small Data", en la que ha diseñado un conjunto de obras a través de las cuales aborda la corta vida de los dispositivos electrónicos. En el espacio de la sala, una serie de teléfonos móviles, impresoras, pantallas, discos duros y otras máquinas reciben proyecciones cenitales que parecen devolverles la vida, sugiriendo así una metáfora acerca de la pérdida de la memoria y la identidad en el mundo actual. Nos muestra las tecnologías que en su día usábamos constantemente y que ahora están muertas y olvidadas debido a la introducción de nuevas tecnologías más renovadas. Lo que el artista quiere dar a ver al espectador con ésto es hacerle recordar como cosas con las que convivía en su vida día a día ahora ni las tiene mente ya que han sido sustituidas por otras que se pueden considerar "mejores".

La exposición comienza con una placa en la que se proyecta un video con una serie de piezas inertes de tecnologías que van pasando de unas manos a otras como haciendo un intento de volver a darlas vida.

En la siguiente placa encontramos distribuidas desordenadamente unas teclas de ordenador en la que se van proyectando las letras descolocadas en un primer momento pero que poco a poco van en busca de su tecla asociada y finalmente se reordenan cada letra con su tecla correspondiente. Lo que el artista quiere hacer con esto es revivir las teclas, lo que en su día fueron una herramienta para la escritura mediante la proyección de frases que recuerda aquella literatura.

También aparece una consola de la que van saliendo los personajes que participan en el juego integrado en ella y se va provocando una aglomeración de ellos como si quisieran salir de aquella consola haciendo símbolo de una cárcel ya olvidada por lo que ellos también han sido olvidados.

Posteriormente aparecen aparatos electrónicos como impresora que continúa su función ajena a su falta de componentes, una montaña de piezas electrónicas ya inertes de donde salen miles de personas serpenteando hasta que desaparecen, una calculadora con una abalancha de cifras y así sucesivamente.

Gracias a esto, Daniel Canogar nos hace ver que el ayer ha quedado obsoleto por lo que le siguen todas estas cosas que estaban tan presentes en nuestra vida diaria y que ahora solo son recuerdo, pero este recuerdo nos hace comprender lo importante que han sido estas cosas para poder llegar a otras que hoy en día son base de nuestra vida. Aunque también tiene su parte negativa ya que todos esos elementos electrónicos han llegado a ser un completo cementerio debido a nosotros, por esa aptitud consumista que adoptamos constantemente y que la sociedad nos permite, elaborando para nosotros productos nuevos que nos hacen querer dejar atrás unas cosas para poner una inmensa atención en otras.


 Antiguas y nuevas tecnologias
Eva de la Rosa Gil 
La exposición que hemos visitado esta semana se titula “small data” del autor Daniel Canogar nacido en Madrid en 1964 y Como artista visual trabaja con fotografía, video e instalación. A comienzos de la década del 1980 realizó sus primeras exposiciones, aunque su primera exposición individual fue en 1985 en la Galería Aele de Madrid, además sus trabajos se han expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía, Madrid; el Palacio de Velázquez, Madrid; bitforms Gallery, Nueva York; Museo de Historia Natural, Nueva York.
Daniel Canogar también ha escrito un libro en 1992, titulado “Ciudades efímeras” donde analiza las exposiciones universales donde se mezcla la tecnología, dejando ver el hermoso espectáculo que allí se produce.
El eje central de la mayoría de las obras de Daniel Canogar  pasa por la fotografía, empleando diversos soportes translúcidos como los cables de fibra óptica o el metacrilato, dándole forma así a sus instalaciones, con una gran creatividad plástica.
Esta exposición presenta una serie de 9 dispositivos electrónicos que reciben proyecciones desde arriba. Los dispositivos electrónicos utilizados en la exposición son objetos que se han quedado obsoletos para el tiempo en el que vivimos como teléfonos móviles antiguos, teclas de ordenadores antiguos, mandos de televisión, calculadoras antiguas, discos duros, teclas de consolas . Creo que Canogar quiere mostrarnos cómo pasa el tiempo y objetos que hace 10 años eran de última generación ahora se han quedado atrasados para nosotros y ya no se usan. Las proyecciones que se hacen sobre estos nueve dispositivos hacen que parezca que dichos objetos están en funcionamiento y que parezcan mucho más actuales de lo que de verdad son.
Desde mi punto de vista creo que Daniel Canogar combinando estos objetos con las proyecciones quiere unir en sus obras lo antiguo u obsoleto y las nuevas tecnologías como las proyecciones. También creo que quiere que nos demos cuenta de que esos objetos a lo largo de su vida útil han compartido muchas cosas y momentos con nosotros incluso en algunos casos se convierten en depositarios de nuestros recuerdos y herramientas de comunicación con el mundo exterior y que cuando desechamos estos dispositivos que nos acompañan durante un largo o corto tiempo estamos tirando a la basura una parte de nosotros mismos. Creo que muestra los objetos que componen su obra como si fueran reliquias del pasado, como si fueran fosiles.
Para mostrar este paso del tiempo en una de sus obras expuestas se ven distintos dispositivos móviles desde los más antiguos hasta los más modernos, incluso algunos de ellos ni siquiera están sino que están proyectados y eso les da un sentido más moderno a la obra. Con las proyecciones parece que el teléfono se enciende, que vibra…Además algunos dispositivos tienen luces incorporadas. Otra obra que muestra perfectamente esa unión entre lo antiguo y lo nuevo es una en la que se proyectaba sobre la tabla un videojuego y usaba las teclas de la consola integrándola en las proyecciones y combinando estas dos cosas en su obra. Al igual que en la anterior obra en esta combina la proyección de una impresora y los componentes de está dando la impresión de que es real.
En conclusión la exposición de Daniel Canogar “Small Data” combina lo antiguo y lo actual, al igual, que quiere que reflexionemos sobre el paso del tiempo y lo rápido que cambian y evolucionan estas tecnologías y como influyen en nuestro día a día.

¡Si las paredes hablasen!

¡Si las paredes hablasen!
Carlos Fernández del Moral
Daniel Canogar – “Small Data”

Hay  ciertos momentos en la vida que te hacen ser consciente del frenético ritmo al que vivimos y de la velocidad a la que se producen los cambios a  nuestro alrededor. Cambios que, aun siendo importantes, se nos “meten” en la vida, casi sin darnos cuenta. Esta es la sensación que uno tiene cuando visita la exposición “Small Data” de Daniel Canogar (Madrid 1964) en la galería Max Estrella.

 A través de las trece obras realizadas con material electrónico de desecho, que van recorriendo los distintos ámbitos de nuestra cotidianidad, el trabajo, el juego, la comunicación, el entretenimiento o el estudio; se nos hacen presentes dos cosas, por un lado el corto ciclo de obsolescencia de estos devices y por otro la integración de la tecnología en nuestro mundo personal.

Lo que ayer vivimos como una necesidad vital, tal o cual tipo de teléfono o tal o cual gadget; hoy lo vemos rescatado del desguace y superado por otros elementos que tenemos, actualmente,  en nuestros bolsillos o en nuestra casa. Reconocemos en ellos algo cercano y próximo en el tiempo pero, a la vez, algo lejano y superado. Hay un aforismo tecnológico, basado en algo llamado Ley de Moore, que sentencia  que “la potencia de una generación tecnológica duplica a la de la anterior y se produce en la mitad del tiempo que lo hizo en la generación previa” prediciendo un crecimiento exponencial de potencia difícil de mantener sin algún cambio tecnológico de mayor entidad.

En cuanto al segundo punto, hemos vivido en los último 25 o 30 años una vulgarización de la tecnología que abandonó el ámbito científico y profesional (empresas) para generalizarse a nivel individual y que ha producido unos cambios sociales sólo comparable al que se produjo en el mundo de las ideas con la invención de la imprenta.  Que ha llevado a que nuestro mundo cambie de manera definitiva a lo que se ha dado en llamar “mundo virtual”, trascendiendo lo físico, a través de las extensiones tecnológicas del yo y que permite que habitemos en un mundo mixto donde nuestras ideas, acciones, relaciones, casas y hasta nosotros mismos, tenemos una suerte de divina ubicuidad.  Y al estilo de la mencionada ley de Moore el porcentaje de virtualidad en nuestro mundo viene creciendo de forma exponencial en las dos últimas décadas.

Canogar nos recuerda, en sus montajes, la parte de nosotros que hay en interior de estos “ladrillos virtuales” con los que construimos nuestro mundo y nuestra intimidad, nuestras cartas escritas, las conversaciones habladas, los estudios realizados o los juegos que nos entretuvieron; y que aún perduran, a modo de lejano eco, en ellos.

Por eso, al retirar esos elementos de nuestra vida, habrá que ser conscientes que en este nuevo mundo las paredes sí que pueden hablar y no sólo hablar, también graban, fotografían escuchan y recuerdan; por eso  ya nunca más estaremos/estamos en la benéfica soledad.


Máquinas Nostalgicas Sofía Mañero

                                                        MÁQUINAS NOSTÁLGICAS

                                                                Sofía Mañero Cerutti

Daniel Canogar, en su exposición titulada Small Data, reflexiona sobre la breve vida que actualmente tienen los objetos electrónicos. En efecto él ha recuperado algunos dispositivos electrónicos, todos ellos rotos e incapaces de funcionar por sí mismos, que han sido desechados probablemente por su antigüedad. La intención del artista  para con estos dispositivos ha sido la de intentar devolverles la antigua vida que tuvieron. Para conseguirlo se ha servido de varias proyecciones, que se encuentran justo encima de estos objetos y que por lo tanto proyectan sus imágenes sobre ellos. Este hecho es esencial para comprender la exposición, porque gracias a estas proyecciones, los dispositivos electrónicos, ya obsoletos,  adquieren una interesante sensación de movimiento; de alguna manera  recuperan las funciones para las que han sido concebidos.

La imagen se convierte en la protagonista de la exposición, ya que ayuda a identificar todos estos objetos y, al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre la vida y la muerte de la tecnología, del gran espacio que tiene en nuestras vidas y del importante tiempo que les dedicamos. Puede que no nos demos cuenta, pero la atención que le damos a los objetos tecnológicos es realmente grande, más grande que nunca, aunque no creo que el artista intente criticar este hecho. Simplemente él lo hace notar, nos muestra unos objetos que han ocupado de lleno nuestras vidas y que, de alguna manera, merecen ser recordados. Lo efímero de la tecnología, su corta vida y su rápida evolución, nos asusta. ¿O quizás nos emociona? Sea como sea, la tecnología se desarrolla, y no podemos hacer otra cosa más que seguir esa evolución.

 Para resaltar este concepto, las imágenes proyectadas no recuerdan únicamente la función que les dimos a esos objetos, sino que nos los muestran en funcionamiento. La calculadora vuelve a calcular hasta tal punto que las ecuaciones matemáticas se acumulan en la mesa, creando una especie de cacofonía matemática; los mandos a distancia funcionan de tal modo que da la sensación de que casi se pelean entre ellos mediante rayos láser; las ranuras del disco duro son rellenadas por líneas iluminadas, que son tan intensas que hasta salen del mismo objeto y se desarrollan fuera de él; los videojuegos vuelven a funcionar así como los teléfonos móviles vuelven a interactuar entre ellos.

Y sin embargo, como ya se ha dicho, no son los objetos los que funcionan. Ellos siguen tan rotos como en el momento en el que fueron desechados. Es la imagen, que actúa en forma de proyecciones, la que se ocupa de que estos objetos cobren vida, una vida frágil y efímera. De alguna manera, una simple epifanía, que ayuda e invita a recordar. No se trata de otra cosa que de imágenes generadas desde la luz, que recuerdan a objetos creados para hacer eso mismo y que, paradójicamente, ya no pueden hacerlo. Un claro ejemplo lo da aquella obra titulada Break, donde el protagonismo pasa a unos brazos, que interactúan con los distintos aparatos que se presentan como tabletas o consolas. Es importante notar lo curioso de aquella imagen, ya que los brazos son en realidad inexistentes, son, de alguna manera, simples fantasmagorías.

Por lo tanto es mi intención resaltar aquella incompatibilidad existente entre las proyecciones y los objetos. Juntas, ambas cosas consiguen crear una obra de arte, una escultura con un claro carácter plástico, cosa que no son por separado. Y sin embargo se trata de una obra de arte efímera, basada en el recuerdo, con un claro sentido nostálgico.  


En conclusión, Daniel Canogar, mediante una elegante exposición, ha conseguido atraer la atención del público hacia aquellos objetos que sobran en nuestra vida cotidiana y que sin embargo han ocupado un sitio importante en ella.

jueves, 30 de octubre de 2014



Zoom sobre grandes ciudades

Eva de la Rosa Gil



Ángel Marcos nacido en Medina del Campo en 1955 trabaja la imagen como herramienta de creación, dentro de la cultura de la contemporaneidad. Su primera exposición individual es realizada en 1982 en la galería Siena de Valladolid y desde ese momento no ha cesado de exponer en los más importantes centros y museos nacionales e internacionales.


La exposición que hemos visto se llama “Alrededor del sueño 4.Madrid (Escenarios para el vacío) “en la Sala Canal de Isabel II es del fotógrafo Ángel Marcos y pertenece a una serie de trabajos que el autor ha reunido bajo el título de alrededor de un sueño y está compuesto por imagines realizadas en Estados Unidos (New York), Cuba (La Habana) y China (Shanghái) a los que se une el realizado en Madrid en 2014.La exposición aborda la idea de la desaparición de la ciudad como elemento determinante de progreso global. Ángel Marcos se pregunta por qué seguimos llamando ciudades a mares del naufragio de sueños individuales y colectivos.


El autor intenta hacer un guiño a la mentalidad mediterránea con las imágenes de Madrid. Al entrar en la exposición podemos ver en la planta baja una recopilación de los tres primeros trabajos. Las tres siguientes plantas están dedicadas a la exposición de Madrid. La exposición está formada por fotos inéditas doce de ellas de gran formato, una instalación de más de veinte elementos en acero, dos videos y  una gran columna central formada por más de doscientas fotografías de Madrid, todas ellas colgadas hasta el techo e iluminadas que muestran el Madrid político , social, económico, eclesiástico...


El denominador común de todos estos trabajos , es la imposibilidad de pensar la ciudad, ya que esta solo es parte de un proceso de urbanización generalizado y a estos escenarios se le suma ahora “ el sueño europeo” que el artista aborda desde un escenario propuesto de lo que denomina la Europa Sur: Madrid. La columna vertebral de la exposición es la desaparición de “la ciudad” como orden determinado y determinante de la idea de progreso global. La exposición trata básicamente de la experiencia del fotógrafo teniendo a Madrid como objetivo.


La parte de la exposición que está dedicada a New York desde mi punto de vista muestra lo que todo el mundo entiende como el “sueño americano” una ciudad donde todo es posible a través de fotografías de eslóganes .En cambio en su segunda parte, La Habana, creo quiere mostrar lo opuesto a lo anterior con unas fotografías que se alejan del sueño americano y que captan eslóganes que reivindican la revolución y nos enseña un paisaje urbano desolador en el que no hay prosperidad .En Shanghái creo que intenta mostrarnos el contraste entre los barrios más antiguos de la ciudad que está dando paso a la parte nueva de la cuidad compuesta por rascacielos y está sucumbiendo al modelo económico de occidente. Por último Madrid, en la que nos enseña la diversidad de  expresiones culturales que hay en dicha ciudad.


En conjunto, todas sus fotografías de esta exposición quieren reflejar lo cotidiano y fijándose en lo aparentemente banal para que cada uno saque sus propias conclusiones sobre dichas ciudades, ya que la gente no se da cuenta de lo que tiene a sus alrededores por la cultura del momento en el que no  os paramos a ver las cosas.

En conclusión la exposición de Ángel Marcos “Alrededor del sueño 4.Madrid” nos muestra cómo ve e interpreta la ciudad él y reflexiona en torno a la desaparición de la ciudad como elemento determinante de la idea de progreso global.

Evolución hacia la catástrofe.


EVOLUCIÓN HACIA LA CATÁSTROFE.
           
           Laura García de la Fuente.
   
       Ángel Marcos, de Medina del Campo (Valladolid, 1955) trabaja con la imagen fotográfica como herramienta de creación, dentro de la contemporaneidad. Nos sorprende con uno de sus trabajos expuestos en la Sala Canal de Isabel II, cuya exposición es llamada "Alrededor del sueño 4" donde presenta una cantidad de imágenes por primera vez de una ciudad europea que es Madrid y une a ella fotografías de ciudades como Nueva York, La Habana y Shangai con el objetivo de hacer una comparación entre ellas para darnos que pensar sobre estas diferencias.

Lo que pretende Ángel Marcos con este curioso trabajo que ha realizado, es poner a los ojos del espectador, mediante fotografías,  como ha evolucionado el concepto de "ciudad", ya que lo que podía significar en la antigüedad, ha ido desapareciendo y ha evolucionado hacia un concepto de globalización debido a una gran avalancha de tecnologías y un claro proceso de urbanización que es lo que las personas hemos hecho que se convierta "la ciudad" y por ello lo que hace es una protesta social hacía ésto sacando fotografías de los aspectos más escondidos e ignorados de estas ciudades, dejando atrás los monumentos, la modernidad y el arte de ellas y se centra en mostrar lugares como barrios marginales, descampados...

La exposición está compuesta por una serie de obras, en una instalación con varias plantas, cada planta con una serie de fotografías y en la parte central entre las escaleras de acero, una instalación de más de veinte elementos en acero con cerca de doscientas fotografías sobre Madrid y dos vídeos. En la planta baja de la sala se muestran los tres primeros archivos de imágenes, de lo que es el nuevo proyecto expositivo sobre Madrid. La ciudad de Madrid, como cuarto capítulo, ocupa las restantes plantas de la Sala Canal de Isabel II. Según vamos subiendo nos vamos encontrando con las distintas fotografías de las cuatro ciudades elegidas por Ángel Marcos pero siempre sin dejar de quitar ojo a la pieza central de las escaleras, ya que es lo que más destaca en la sala. En el caso de Madrid, presenta una ciudad con rápido crecimiento inmobiliario y una cosa muy curiosa que hace es una comparación entre lugares de mucho prestigio junto a lugares marginales para dar a ver al espectador en lo que se ha convertido la sociedad de llegar a pasar de una cosa a otra completamente distinta. En Nueva York nos muestra los increíbles rascacielos y edificios en los que está sumergida la ciudad. En La Habana muestra la sociedad alegre y la influencia política que ha habido en el desarrollo de la ciudad. Y en Shangai dá a conocer la evolución que ha tenido la China antigua con sus casas tradicionales a edificios completamente modernizados en pocos años.

También es muy curioso las técnicas con las que expone sus fotografías,  algunas de ellas las muestra en blanco y negro, otras en color, y las otras alternando estas dos técnicas, utilizando el blanco y negro y dejando en color las zonas que más le interesan a el. Y también se aprecia la colocación de una bombilla en la parte trasera de las fotografías para hacerlas resaltar más y dotar al cuadro de más iluminación.

Con éste largo y costoso trabajo, Ángel Marcos consigue hacernos ver  lo que es una ciudad en su conjunto, no lo que la gente destaca y hace más importante que son solo los lugares bonitos, sino que fotografía la ciudad en su conjunto, enseñando no solo la belleza, sino también los lugares más inhóspitos y marginales para dar a entender lo que ha significado el proceso de globalización y que lo realmente bello de una ciudad es lo que lleva allí desde la antigüedad por lo que el proceso de modernización a veces no es tan bueno como parece. Además el hecho de hacer la exposición con fotografías de cuatro ciudades totalmente distintas, dá que pensar en cuanto a la comparación que hace entre ellas, para buscar un porque que nos diga como hay tanta diferencia entre las distintas culturas y a que se debe, ya que las culturas siempre afectan a el lugar donde conviven los hombres que son las ciudades y que si seguimos llevando éste ritmo hacia la evolución y modernización puede resultar catastrófico.

Madrid huele mal, Sofía Mañero Cerutti

                                                     MADRID HUELE MAL

                                                     Sofía Mañero Cerutti

“Alrededor del sueño” es uno de los muchos proyectos que han ocupado al reconocido fotógrafo Ángel Marcos desde el inicio de este siglo, que consiste en analizar mediante un recorrido fotográfico la situación actual de cuatro grandes ciudades: Shanghái, La Habana, Nueva York y Madrid. Actualmente, en la galería del Canal de Isabel II se puede visitar la cuarta y última parte de este gran trabajo, la que concierne casi exclusivamente a la ciudad de Madrid.

De por sí me resultó realmente interesante el lugar donde se decidió montar las exposición. Es en efecto curioso que unas fotos que juntas intentan caracterizar una ciudad formen, gracias a su posición, una ciudad misma. Lo que el espectador ve al entrar en la sala principal es una construcción central realmente alta, que impresiona gracias a su movimiento vertical y que ayuda a la comprensión misma de las imágenes. En resumen, el interés de la exposición no reside únicamente en el significado de las fotos sino que también se encuentra en el ambiente que el artista ha conseguido crear con ellas, gracias a las estructuras hechas con fotografías y a la extraña luz que las ilumina, convirtiéndolas en el único centro de atención posible.

Las fotografías expuestas son por lo tanto el núcleo de la obra de Ángel Marcos, aunque también podemos encontrar vídeos y textos que corroboran el mensaje de estas mismas. Se trata de un conjunto de fotografías que denuncian la falsa imagen que normalmente se tiene de estas cuatro ciudades. En efecto, mientras todas ellas esconden difíciles problemas sociales, de estas se publicitan solo las partes que interesan, aquellas que son vendibles, como por ejemplo el conjunto de edificios más modernos, los lugares turísticos o la única avenida donde se han plantado flores.

Impactantes son las fotos de Shanghái y de La Habana, donde el contraste entre el acelerado crecimiento económico de estas las ciudades y la pobreza existente a tan solo pocos metros es realmente inquietante. Sin duda estas fotografías hacen reflexionar, porque para el resto del mundo Shanghái seguirá siendo una ciudad modelo, un sueño donde abundan los rascacielos y las tiendas de lujo, aunque solo unos pocos puedan pisarlas. Un sueño que nada tiene que ver con la realidad, quizás porque no sabemos bien como deseamos que sean estas ciudades.

Bueno, creo que esperamos encontrarnos un copia barata de Estados Unidos, como nos explica aquella foto hecha en Cuba, donde se puede ver a un grupo de personas mirando, o quizás deseando, un cartel donde sólo pone “América”. América, el lugar donde se cumplen todos los sueños. Es esta una frase que hemos oído hasta la saciedad, que nos han incrustado en la cabeza, en el fondo no somos capaces de librarnos de ella. Nueva York ya no es el escenario de nuestros sueños sino nuestros sueños mismos. Nueva York ha dejado de ser ciudad para convertirse en pancarta.

¿Y qué pasa con Madrid? Una ciudad que ha gastado su dinero en construir cuatro rascacielos cutres, que parecen  gritar: deseamos ser como los de Dubái, pero en realidad no les llegamos ni a las suelas de los zapatos. Y mientras intentamos imitar tristemente lo que otras ciudades ya tienen, nos olvidamos de lo que nos caracteriza, y lo abandonamos. Madrid se echa a perder, pero eso ya no importa, porque la verdadera Madrid es la que podemos ver en los libros de viajes, donde todas las ciudades son maravillosas.

 ¡Cómo vamos a tomarnos un café con leche en la plaza Mayor cuando la plaza Mayor apesta! Sin duda ese detalle se le olvidó a nuestra alcaldesa, cuando se empeñaba en convencernos de que “Madrid is beautiful”.