jueves, 6 de noviembre de 2014

Máquinas Nostalgicas Sofía Mañero

                                                        MÁQUINAS NOSTÁLGICAS

                                                                Sofía Mañero Cerutti

Daniel Canogar, en su exposición titulada Small Data, reflexiona sobre la breve vida que actualmente tienen los objetos electrónicos. En efecto él ha recuperado algunos dispositivos electrónicos, todos ellos rotos e incapaces de funcionar por sí mismos, que han sido desechados probablemente por su antigüedad. La intención del artista  para con estos dispositivos ha sido la de intentar devolverles la antigua vida que tuvieron. Para conseguirlo se ha servido de varias proyecciones, que se encuentran justo encima de estos objetos y que por lo tanto proyectan sus imágenes sobre ellos. Este hecho es esencial para comprender la exposición, porque gracias a estas proyecciones, los dispositivos electrónicos, ya obsoletos,  adquieren una interesante sensación de movimiento; de alguna manera  recuperan las funciones para las que han sido concebidos.

La imagen se convierte en la protagonista de la exposición, ya que ayuda a identificar todos estos objetos y, al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre la vida y la muerte de la tecnología, del gran espacio que tiene en nuestras vidas y del importante tiempo que les dedicamos. Puede que no nos demos cuenta, pero la atención que le damos a los objetos tecnológicos es realmente grande, más grande que nunca, aunque no creo que el artista intente criticar este hecho. Simplemente él lo hace notar, nos muestra unos objetos que han ocupado de lleno nuestras vidas y que, de alguna manera, merecen ser recordados. Lo efímero de la tecnología, su corta vida y su rápida evolución, nos asusta. ¿O quizás nos emociona? Sea como sea, la tecnología se desarrolla, y no podemos hacer otra cosa más que seguir esa evolución.

 Para resaltar este concepto, las imágenes proyectadas no recuerdan únicamente la función que les dimos a esos objetos, sino que nos los muestran en funcionamiento. La calculadora vuelve a calcular hasta tal punto que las ecuaciones matemáticas se acumulan en la mesa, creando una especie de cacofonía matemática; los mandos a distancia funcionan de tal modo que da la sensación de que casi se pelean entre ellos mediante rayos láser; las ranuras del disco duro son rellenadas por líneas iluminadas, que son tan intensas que hasta salen del mismo objeto y se desarrollan fuera de él; los videojuegos vuelven a funcionar así como los teléfonos móviles vuelven a interactuar entre ellos.

Y sin embargo, como ya se ha dicho, no son los objetos los que funcionan. Ellos siguen tan rotos como en el momento en el que fueron desechados. Es la imagen, que actúa en forma de proyecciones, la que se ocupa de que estos objetos cobren vida, una vida frágil y efímera. De alguna manera, una simple epifanía, que ayuda e invita a recordar. No se trata de otra cosa que de imágenes generadas desde la luz, que recuerdan a objetos creados para hacer eso mismo y que, paradójicamente, ya no pueden hacerlo. Un claro ejemplo lo da aquella obra titulada Break, donde el protagonismo pasa a unos brazos, que interactúan con los distintos aparatos que se presentan como tabletas o consolas. Es importante notar lo curioso de aquella imagen, ya que los brazos son en realidad inexistentes, son, de alguna manera, simples fantasmagorías.

Por lo tanto es mi intención resaltar aquella incompatibilidad existente entre las proyecciones y los objetos. Juntas, ambas cosas consiguen crear una obra de arte, una escultura con un claro carácter plástico, cosa que no son por separado. Y sin embargo se trata de una obra de arte efímera, basada en el recuerdo, con un claro sentido nostálgico.  


En conclusión, Daniel Canogar, mediante una elegante exposición, ha conseguido atraer la atención del público hacia aquellos objetos que sobran en nuestra vida cotidiana y que sin embargo han ocupado un sitio importante en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario