miércoles, 1 de octubre de 2014

ARTE Y POLÍTICA: AMIGOS PARA SIEMPRE

Marceli Gadacz Malczak

La Comuna de París, el Carnaval y su historia, su esencia, el 18 J de Londres, y otros episodios de protesta y reivindicación social junto con la presencia de la idea de juego y el espacio público destinado a éste mediante parques infantiles, entre otros, con motivo de la protesta contra el capitalismo, su control, automatización y esclavización de la población para defender la importancia de la diversión, el tiempo libre y la libertad de hacer realmente lo que nos dé la gana, dónde, cuándo y cómo queramos sin la necesidad de tener que pagar o rendir cuentas a nadie, sufrir vejaciones ni reproches de nadie, el derecho a la pereza y la idea del “homo ludens” (hombre que juega) de Constant. Dichas ideas se nos presentan en la visita al Reina Sofía de la exposición titulada, nunca mejor dicho, Playgrounds.

Cargada de reiteración política contra la ruptura del sistema (capitalismo) dicha exposición acumula diversas obras y material fotográfico, videos, grabados, incluso obras materiales que recrean parques cuya intención no es otra que apelar al público basándose en el conocido dicho de Kurt Tucholsky: “Una imagen vale más que mil palabras”. Playgrounds cuenta con una importante contradicción y es que intentando presentarnos un elemento que está ausento de política, es libre, no distingue entre amigos y enemigos, entre clases sociales como lo es, simple y llanamente, la actividad de jugar aunque ésta se convierte paradójicamente en un arma, es decir, se distorsiona y utiliza el concepto con un propósito claramente partidista, ideológico, el cual carece de objetividad y llega a desprestigiar las propias obras expuestas y presentadas cuya belleza debe estar por encima del mensaje transmitido. Además, nos damos cuenta de cómo se influye, por enésima vez, en la elección del modo de jugar, pecando intencionadamente en una postura purista e incluso “anarquista” puesto que, en el siglo XXI, por muy en contra que podamos estar, divertirse con instrumentos, videoconsolas también se considera jugar, aunque todos sepamos que se trata de una característica de la sociedad de consumo la cual, valga la redundancia, nos “consume” y en cierta forma nos  “vende” nuestro tiempo libre, ese que desde inicios de la revolución industrial iniciada en Inglaterra (s.XVII) estuvimos suplicando por nuestro derecho como seres humanos y no esclavos (otros ejemplos de la maquinaria capitalista para la creación del “pseudo-tiempo libre” pueden ser los parques de atracciones, los zoos, chiringuitos de playa etc).

Alejándonos del carácter meramente ideológico debemos contemplar y admirar ciertos elementos, proyecciones de la exposición como la elaborada por Marcelo Expósito y Nuria Vila mostrándonos testimonios directos del movimiento “reclaim the streets” protagonizado el 18 J en Londres dónde se nos muestra la capacidad de respuesta e imaginación humana con la denominada “Frivolidad Táctica”, manifestación literalmente frívola pero premeditada que, rompiendo los esquemas, consigue “desmembrar” a los cuerpos de seguridad ciudadana, desestructurando lo llamado por Michel Foucault como “sociedades de control”. También nos encontramos con experimentos a tener en cuenta como: “El modelo” de Palle Nielsen asaltando el Moderna Museet d’Estocolm al construir una zona de juegos interior (rompiendo con los esquemas socio-culturales interiorizados por el colectivo respecto a la pintura en los museos como Mateo Maté).

Pese a todo, el único “oasis” político lo encontramos con el columpio final dónde podemos columpiarnos, nunca mejor dicho, por encima de todo y todos. En definitiva, por encima de lo presentado, uno debe tener claro que el Arte (como acto de jugar) fue, es y será uno de los posibles vehículos de protesta social más incisivo y, como dice el filósofo y crítico de arte Fernando Castro Flórez: “ en el juego se pone en juego lo más serio de la sociedad”.



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