viernes, 24 de octubre de 2014

El Arte en su Laberinto
Mateo Maté – “La Cara Oculta”
Carlos Fernández del Moral

En la galería Nieves Fernández (NF) se puede visitar la última instalación del artista Mateo Maté en la capital. En ella se pueden ver cinco de las nueve obras que componen la colección que el artista  ha realizado bajo la denominación genérica de “La Cara Oculta”. Esta colección de trabajos ha sido realizada entre los años 1994 y 2014 y dan nombre a la  exposición que nos ocupa. La intención de estos trabajos según el propio artista, es mostrar la parte no visible del arte, todo aquello que está escondido y que habiendo sido desde hace tiempo “industrializado”, condiciona de manera decisiva la creación artística haciendo del arte un fiel reflejo de una sociedad cada vez más normalizada y homogénea.

Frente a ello, el artista  propone hacer visible esta parte oculta mediante le presentación de cuatro cuadros con el lienzo hacia la pared y con el bastidor a la vista, en el que nos presenta diferentes tipos de laberintos realizados en la misma madera, clara y cálida; además como final de la serie de obras en sala anexa, se exhibe un imposible bastidor voluminoso y torturado que se denomina “la trampa del artista”.

El número de obras presentadas ha sido claramente acotado por el recoleto espacio de la galería, que sin embargo les proporciona una cercanía e intimidad (más en mi caso, que fui la única persona en la galería durante mi estancia) que encaja perfectamente con el ambiente de introspección y laberíntico que desprenden. El recorrido que hemos de realizar  durante la visita ha de transcurrir por un grupo de caminos acotados por catenarias que pueblan la sala de exposición, que por un lado condiciona nuestro movimiento contemplativo;  pero por otro, nos obliga a explorar puntos de vista diferentes a los “normales”. Con todo ello  se evoca la dificultad que entraña esta parte no protagonista del arte y de la multitud de encrucijadas  que hay encerradas en el proceso de creación artística y el disfrute de su resultado.

La alegoría de Arte en su laberinto y la necesidad de explorar nuevas formas de equilibrar todos los elementos que lo hacen posible, me viene a la mente de inmediato. Se me antoja difícil y extenuante la salida de este laberinto sin un hilo de Ariadna que permita transitar por no sólo por los caminos de opciones estéticas, como los nuevos formatos y canales de expresión, las nuevas ideas y conceptos artísticos o las funciones del arte en los momentos actuales; si no también por todos aquellos que le dan soporte, la mercadotecnia, el acceso al público, las galerías, el mecenazgo, las instituciones tanto públicas, como privadas. Viéndose reflejados todos ellos en los desnudos e intrincados bastidores que se ofrecen sin pudor a la contemplación.


Encontrar la salida del laberinto es y ha sido siempre el dilema de la creación artística para modelar y encarnar  los anhelos, usos y sentimientos que subyacen en la sociedad a la que se dirige; aportando un cauce que permita la expresión cultural -en su sentido más amplio- de la vida.  Y me temo que esta tarea es un castigo equiparable al que Sísifo mereció engañando a la muerte;  ya que, es el final del laberinto el que nos devuelve al punto de partida y cada vez que encontramos esa salida, el laberinto ¡es otro!

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