De niños e indignados
Playgrounds
Andrea Florido Cabrillana (1º Historia del Arte)
La Comuna de París nos recibe en la
exposición Playgrounds, en
el museo Reina Sofía. Y si bien, a simple vista, una revolución
obrera no parece tener mucho que ver con los patios donde los niños
juegan , conforme avanzamos, descubrimos que lo que surge como un
simple lugar de recreo, puede convertirse en el escenario de las
protestas, tanto del siglo XIX como de el nuestro.
En este vídeo que
abre la exposición, se nos presenta a las mujeres como protagonistas
de la historia. Protagonistas que son ridiculizadas y tratadas como
monstruos por los periodistas por el simple hecho de romper con las
normas patriarcales, por ser las que dan la cara contra el régimen.
Sin embargo, más allá del papel de la mujer, el documental es una
antítesis sobre la realidad y lo que dicen en las noticias de un
canal claramente conservador. La verdad está en la calle, en esos
playgrounds, y, sin embargo, nos contentamos con ver la televisión,
con la tecnología que poco a poco ha ido alejando a los niños de
las pelotas y el escondite, reemplazándolos con consolas y
ordenadores.
Pero
la Comuna de París, aunque puede sintetizar parte de la exposición,
no lo es todo. De las paredes del museo cuelgan también obras como
los Disparates de
Goya, referencia al carnaval y a la fiesta que se da en las calles,
siempre relacionado con el juego; pero también con las dobles caras
y las mentiras, tan presentes en la política actual contra los que
luchan los que ahora pueblan las plazas. La política y la crítica
social es un tema que puebla el arte que encontramos en la
exposición. Incluso una escena aparentemente infantil e inocente como un grupo
de niños jugando, ocurre en lugares como el muro de Berlín, la
Sevilla franquista, la URRS o descampados y barrios marginales donde
la decadencia es la reina del lugar.
Ajenos a las
intrigas políticas y al poder, en otras salas, los gritos y risas
infantiles pueblan el ambiente: vídeos de niños jugando y
proyecciones de parques, una sala entera en penumbra, con mesas de
luz con una cantidad ingente de pequeñas fotografías de paisajes,
animales, flores y monumentos; fotos de vacaciones familiares en
playas tanto artificiales como naturales, piscinas o parques de
atracciones y maquetas de parques para niños, nos recuerdan que esos
patios de recreo no siempre están ligados a las protestas. Si bien
el hombre es un animal político, también necesita descansar y
divertirnos, como los niños de las fotos, a los que no les importa
que su campo de juegos haya sido bombardeado numerosas veces, o que
la pobreza campe a sus anchas en su barrio. La imaginación y el
idealismo, son necesarios para cambiar tanto el escenario de la
infancia como el panorama político.
El arte también
está presente en esta exposición: el David de Miguel Ángel se
vuelve un jugador de béisbol, el típico deporte americano. El Renacimiento adoptó la cultura y visión del mundo clásica,
nosotros ahora, irónicamente, gracias al fenómeno de la
globalización, nos hemos “americanizado” y la cultura pop
estadounidense ha calado incluso en el arte más clásico, más
bello, más europeo y más religioso.
La
exposición la cierra un columpio, quizás la atracción más popular
de los parques. A su alrededor, se disponen los dos materiales de los
que está hecho: madera y cadenas, porque, quizás, la represión y
la falta de libertad también están en estos “playgrounds”,
donde la gente acude a expresar sus opiniones, muchas veces de forma
pacífica, y la respuesta de las autoridades es violenta. Así,
Playgrounds demuestra
que incluso un juguete puede ser peligroso, y que lo peligroso puede
ser un juguete.
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