sábado, 4 de octubre de 2014

Reinventar el espacio de reunión
Aurora León López

La exposición Playgrounds, Reinventar la plaza, parte de una crítica a la ambigüedad que ha empañado los proyectos educativos y sociales en distintos ámbitos y períodos de la historia. Algunos de los debates que trata este proyecto son el conflicto entre la espontaneidad del juego, su control y normativización, su relación con la realidad y el poder y su compleja acotación. El playground recorre nuestra historia y parece surgir y resurgir recordando la necesidad de su reinvención siendo el binomio tiempo de trabajo/tiempo de ocio lo que marca la vida del sujeto occidental. Y este tiempo de ocio se solapa con el tiempo de trabajo, como muestran algunas de las fotografías en las que los ciudadanos buscan el ocio junto a los lugares de trabajo como polígonos industriales, en zonas de recreo acuáticas para toda la familia encerrados entre cuatro paredes, e incluso junto a grandes tuberías de desagüe. Cualquier espacio es considerado como bueno para disfrutar del tiempo de ocio y del juego. Las zonas de recreo y los métodos de distracción evolucionan pero el sentido es siempre el mismo, buscar en el tiempo de ocio un momento en el que evadirse, relacionarse y desinhibirse.

El momento histórico en el que arranca el proyecto Playgrounds fue la Comuna de París de 1871. El terreno de juego se asocia a la toma del espacio público y da pie a las primeras manifestaciones de lo que será el gran estallido de la vanguardia con la entrada del siglo XX. La ciudad se convierte desde entonces en el espacio propicio para el acontecimiento lúdico, en lugar del deseo. La “revuelta del Homo ludens” toma entonces la forma de un juego que trasciende el terreno acotado del playground, toma la calle y anuncia la reapropiación de lo privado y nuevas formas de desobediencia pacífica. Para ello se ha recuperado en esta exposición la figura de Jean Vigo, quien , en una breve filmografía, fue capaz de reunir la cuestión de la rebelión contra la pedagogía (en Zéro de conduite) y los peligros de la engañosa pax romana representada por el ocio burgués que envuelve las imágenes de Á propos de Nice.

Es curioso observar el punto en el que el espectador es dueño de hacer suyo lo que ocurre en escenarios antes intocables. De la antigua pasividad del público ante una obra de arte se pasa así a su opuesto y se introduce un elemento de hiperactividad, que puede dar a pensar que le da poder al espectador sobre la obra o simplemente es una distracción de la atención. Como sucede en los parques o zonas de juegos infantiles, donde los más pequeños se reúnen para interactuar y relacionarse entre ellos jugando en estas superficies, donde ponen en práctica su posición de liderazgo de unos con respecto a otros , o mirándolo desde el otro punto de vista, resultando sólo zonas aparentemente libres dispuestas  para el ocio pero que en realidad están acotadas, para distraer la atención de los más pequeños con los juegos.


En esta exposición se incide en la idea de como la ambigüedad del playground se multiplica cuando es vista desde la perspectiva de lo carnavalesco. El carnaval , representado en este proyecto , por una serie de obras de artistas como Goya, entre otros, es uno de los elementos culturales en los que el juego cobra su componente más transgresivo y alberga en sí, como lo vio Mijaíl Bajtín , un subconsciente transgresivo que trasciende lo cómico y bufo para adentrarse, por el juego y lo festivo, en el terreno de lo político. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario