ARQUEÓLOGOS DEL FUTURO PASADO
Daniel Canogar
Miguel
García Saurí (1º Historia del Arte)
Los aparatos electrónicos y las nuevas tecnologías nos han
facilitado la vida en muchos sentidos, disminuyendo el tiempo que necesitamos
para hacer algo, aumentado la facilidad para realizarlo e incluso para llegar a
entretenernos de diversas maneras.
Daniel Canogar, artista visual que trabaja en la fotografía,
vídeo e instalación, a realizado una nueva exposición en la Galería Max Estrella, Madrid: Small Data. En ella nos muestra de forma
irónica los restos de algunos aparatos electrónicos con los que hemos convivido
durante un largo período de tiempo (o corto, depende de cómo se mire). Son unos
aparatos cualquiera y algunos de ellos siguen utilizándose hoy en día. La gracia
de todo esto reside en que nos hace ver que por muy banal que parezcan son una
parte importante de todos nosotros, que los hemos utilizado y que les hemos
dado un uso concreto desarrollando una íntima relación con algunos de ellos,
llegando a ser receptáculos de una parte de nuestra memoria.
En la exposición se presentan los aparatos electrónicos
recibiendo proyecciones desde arriba una y otra vez. Estas proyecciones son
realmente precisas a la hora de reflejarse sobre el material físico. La exposición
llega a sorprender al visitante ya que,
si se fija, uno puede observar la intención del autor al colocar estos
dispositivos de esta forma concreta. Y no es otra que la de enseñar unos restos
arqueológicos, procedentes de una época en la que se les daba uso, irónico, ya
que son aparatos que se utilizaban diariamente en un pasado para nada lejano. A
demás las propias proyecciones dotan de vida a estos “frágiles restos” porque
mientras los objetos en si están quietos, las imágenes se mueven mostrando sus antiguos
servicios.
Esta exposición tiene también la finalidad de concienciar
sobre un tema que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, pero que no siempre
nos damos cuenta de ello. Hablo de la obsolescencia programada, que por una
parte tiene sus beneficios, pero que por otra puede ser injusta en un exceso
inapropiado. En la galería pueden verse diversas alusiones a este tema (en
algunos casos problema), como las proyecciones de unas pocas manos montando y
desmontando consolas. Compramos aparatos electrónicos y se estropean al cabo de
cierto tiempo, obligándonos a pagar más dinero o bien para repararlo o bien
para comprar otro. Esto ayuda a los trabajadores a mantener su empleo al tener
que seguir creando y construyendo estos elementos, sin embargo hay algunas
ocasiones en las que la obsolescencia programada sobrepasa este recurso,
reduciendo la duración de los aparatos a un tiempo ridículo. El documental Comprar, tirar, comprar muestra y
explica a fondo este problema que, de algún modo, Daniel Canogar nos introduce
en la mente mediante sus restos arqueológicos para que se tome conciencia de
ello.
A lo largo de la galería nos vamos topando con móviles
antiguos (los indestructibles NOKIA incluidos), con un recuerdo a aquellos
videojuegos 2D de las consolas Nintendo, mandos de televisores, etc. Una
calculadora muestra una cuenta atrás seguida de una explosión, haciendo
referencia a la llegada de la tecnología o a la desaparición de la misma.
También se incita al pensamiento sobre la tecnología como chatarra y los seres
humanos como cucarachas que se arrastran entre la misma.
Al final dependemos de estos recursos, en ocasiones
demasiado, y esto hace que la vida nos sea más compleja a la hora de encararla
sin estas tecnologías. Esta relación entre las personas y estos dispositivos se
agranda tanto que en el momento de desecharnos de ellos estamos deshaciéndonos
de algo tan cercano que se convierte en nuestros propios restos fósiles.
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