lunes, 29 de septiembre de 2014

HOUSTON ¡¡TENEMOS UN PROBLEMA!!

Esther Martínez Yepes.

¿Tecnología? ¿como obra de arte? ¿en un museo? ¡¿cómo?!... A pesar de que ahora estamos “acostumbrados” a cualquier tipo de arte que nos presenten, y podemos creer que “arte es todo lo que los hombres llaman arte”, como titula José Jiménez a su primer capitulo del libro “Teoría del arte”, estas son preguntas comunes que se escuchan frente a obras como las de Daniel Canogar. Podrían pensar que son ideas de ahora pero en realidad esto viene de tiempo atrás:

Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia”.

¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente”. (Manifiesto futurista, 1909).

En los primeros años del siglo XX nos encontramos con una época de esplendor, donde prosperan nuevas tecnologías como el automóvil, donde creen en las grandes posibilidades que tiene el hombre, donde apuestan por desarrollo... Ante esto los vanguardistas pretenderán romper con todo el pasado ya que el futuro que ellos plantean es mejor. Por lo tanto, surge una admiración por lo relacionado con este futuro, como la rapidez (de los automóviles) y las nuevas máquinas, como exponen los futuristas en su manifiesto de 1909. Se creen capaces de todo. Donde hay dinamismo y vitalidad, hay belleza y poesía, hay una obra de arte. En estos temas se fija Canogar, empleando la tecnología para la creación de sus obras y pensando en la belleza que poseen y jugando con las proyecciones de luces o diferentes imágenes. Emplea los nuevos recursos de proyección de video para la creación de sus obras, a la vez que utiliza como materiales, objetos tecnológicos pero que ya han quedado inutilizados por el desarrollo de otros nuevos. Es un trabajo muy minucioso porque cada pieza tiene que encajar a la percepción con la proyección que realiza sobre estas. Usa la tecnología moderna pero queda anclado en el pasado al reutilizar materiales de tecnología vieja, él no rompe con el pasado como habían hecho los futuristas. Sus obras son una historia de los dispositivos tecnológicos que utilizamos hoy en día y muestra como en un corto periodo de tiempo estas máquinas dejan de sernos útiles y son cambiadas por otras, siendo lo anterior un desecho. El autor de estas obras piensa en lo poético de la tecnología. Dota a estos artilugios de otro sentido diferente al que habían tenido inicialmente (cumplir una función) y al que después se habían visto forzados a exponerse (convertirse en desechos inservibles). A un objeto que estaba en desuso lo dota de dinamismo, de la vitalidad que le había sido arrebatada por nuestra sociedad de consumo, ya que se basa en la producción de nuevos objetos con mayor capacidad que los anteriores para que queden desfasados, anticuados y tener que renovarlos.


El artista plantea que tenemos un problema con nuestra sociedad de consumo donde un objeto es presentado como “novedad” y al poco tiempo queda desfasado porque ya ha sido reemplazado por otra innovación. ¿Y esto que sentido tiene? ¿qué función cumple? La de consumir y la de continuar con la cadena donde cada vez en menor tiempo los productos quedan obsoletos y cada vez hay que cambiarlos con mayor rapidez y lo peor es que nos dejamos llevar por ello sin pensar en que podemos estar cayendo en un gran problema.

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