Como si se tratase de un desfibrilador,
sobre un cuerpo moribundo Canogar nos incide con proyecciones de luz
sobre chatarra electrónica. Estos materiales abandonados reviven
ante nuestros ojos, invocándonos recuerdos, e ilusiones de épocas
pasadas consiguiendo sacar de sus entrañas toda la memoria de una
generación de la que han sido objeto de deseo. Así recobran su
intensidad, a la vez que al espectador le asaltan las ideas (como si
ante un cuerpo resucitado se encontrase) de la mortalidad inmediata,
del seguro de la muerte o de como algo tan vanal como un viejo móvil
o una calculadora nos transporta tantos recuerdos y vivencias. Esta
nueva oportunidad de vida es aprovechada para mostrarnos la
fragilidad del recuerdo en la actualidad. Del recuerdo informatizado
y material, que a su vez nos evoca miles de situaciones y realidades
a lo largo de nuestra vida; atrapado dentro de un mísero trozo
basura.
Crítica a la exposición "Small Data" de Daniel Canogar.
De esta forma podemos observar cómo
toda una sociedad deposita su confianza, sus secretos, su
conocimiento y sus recuerdos en un pequeño objeto con muchos cables,
que finalmente termina siendo eso: cables, bombillas o teclas. El
nombre de la exposición, “Small Data” hace referencia a el
conocido como “Big Data”, es decir el conjunto de todos y cada
uno de la gran cantidad de datos privados y almacenados para ser
manejados por los gobiernos. Reflejando así la ventana que tenemos
abierta hacia el exterior (queramos o no) en el momento que
utilizamos dispositivos electrónicos.
La malsana dependencia que se
desarrolla actualmente hacia la información nos hace permanecer de
forma constante conectado, sin poder evitar la sustitución del mundo
real por el virtual. Hasta el punto de la formación de “mitos”
contemporáneos como el de un mundo controlado por robots, o la
inexistencia del mundo, siendo todo una falacia fruto de nuestro
pensamiento. De este modo se acaba sobrevalorando todo lo electrónico
e informatizado, a la vez que se rechaza lo mundano y lo humano. Como
nos muestra la obra de Canogar es lo humano, lo carnal lo que le da
sentido a todo ese amasijo de cables, luces y plásticos que sin uso
humano quedarían vacíos, sin alma.
Este último criterio también es
seguido por el artista en su último trabajo en Times Square, Nueva
York, bajo el proyecto “Midnight Moment” llega como invitado a la
gran plaza, en cuyas pantallas durante los tres últimos minutos del
día se ha proyectado su obra. Aquí se fomenta la participación
ciudadana animando a los viandantes a reptar por un croma,
grabándolos para más tarde juntar todas las imágenes y así dar la
impresión de que una marabunta humana trepa por las pantallas. Esta
obra da pie a la colaboración ciudadana, no solo en el arte, sino
también en la ciudad, donde en ambas situaciones dejan de ser meros
espectadores y se comportan como parte del todo. No es sino una
iniciativa que consigue fomentar espíritu colectivo de la ciudadanía
basándose en el estímulo descubridor del gateo. Para ello, Canogar
se inspira en los inmigrantes que cruzan fronteras buscando una vida
mejor.
Para finalizar, como hemos dicho
anteriormente toda esta “basura electrónica” nos hace
reflexionar sobre el artista contemporáneo, el trabajo con nuevos
medios y técnicas ( el vídeo, la performance o la holografía
ocupan en el arte contemporáneo en muchos casos el que ocupaban la
pintura o la escultura). El artista finalmente se dedica a ensamblar
elementos para así transmitir ideas y sentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario