domingo, 21 de septiembre de 2014

Segundas Oportunidades


SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Marceli Gadacz Malczak

Con su característico afán de rebelión, protesta, y mediante la esencia conceptual de su arte plástico, Mateo Maté nos propone en su nueva exposición  titulada: “La cara oculta de la pintura”, ciertas sugerencias, ideas, para oponernos, liberarnos de las garras del “gran amo”, (el poder) y reflexionar acerca de la posibilidad de poder ir más allá de lo establecido.

El ejemplo que nos presenta en esta ocasión, es el control sobre la producción pictórica que inició la Academia Francesa en el siglo XVII regulando la producción de lienzos con tres formatos predeterminados: “figura”, “marina” y “paisaje”. La respuesta del artista ante dicho control nos lleva hacia los bastidores (estructura del cuadro). Dichos listones de  madera, “marginados” y “esclavizados” cobran importancia relegando de esta forma al lienzo (como ya nos tiene acostumbrados Maté en exposiciones como Vía Crucis). Pero, las cosas no acaban aquí, ya que, además, para poder desplazarnos por la sala y contemplar dichos “pseudo-cuadros” que a primera vista no nos  llaman demasiado la atención, tenemos, a base de balizas de seguridad (ya utilizadas por el artista en exposiciones como Área restringida para elaborar las fronteras de los países y poder así explicar el control, opresión del Estado, la vigilancia continua a la que nos vemos sometidos), un laberinto de una única posible salida que tiene cierto paralelismo con las obras de la pared (la respuesta ante la imposición) y cuyo objetivo no es únicamente lúdico, es decir, amenizar la visita, sino además nos transporta al concepto de la vida como laberinto, en la cual se nos tiene controlados, dónde sólo podemos dirigirnos en una dirección. Por lo tanto, en señal de protesta (como le ocurrió al propio Maté con la academia de Bellas Artes y la pintura), se invita al público a perseguir sus metas y, si es necesario, sobrepasar los muros que nos impiden conseguirlas, dejando a un lado lo “correcto” o lo “más conveniente” (ser espontáneos y ambiciosos).

Por último, nos encontramos a la salida del laberinto con lo que el propio artista cataloga como: “trampa para artistas”. Dicha obra, al igual que los cuadros, está elaborada a partir de los bastidores que el artista utiliza con un trasfondo de protesta. Éstos vuelven a tener una “segunda oportunidad” de manos de Maté y éste convierte la escultura en el símbolo de cómo, en cierta medida, los pintores a causa de la normalización de los lienzos por la Academia Francesa, no son capaces de alejarse de la pintura y quedan en cierto modo “atrapados” y enquistados en dicha especialidad que se vuelve de esta forma poco original y plana, al igual que la superficie sobre la que trabajan.


En resumen, con estas “sugerencias” como el  mismo Maté califica a sus obras, en este caso, las de “La cara oculta”, Mateo con su característico arte contemporáneo conceptual, nos presenta su idea, vía de escape contra la estandarización de los lienzos en el siglo XVII, reinventando el concepto de bastidor para liberarlo de su anterior cometido, manejándolo para demostrar cómo puede un simple listón de madera tener mayor protagonismo, ser más interesante que un cuadro pintado sometido al poder establecido. Además, también nos muestra la forma de buscar y elaborar nuestro propio camino en un viaje que no tiene por qué tener un único destino (como el laberinto) y como colofón, reivindica el arte contemporáneo mostrando como se puede crear a partir de lo desechado por la pintura, en este caso, los bastidores. Se trata, en definitiva, de una nueva muestra de la esencia de Mateo Maté que, realmente, queda en duda irónicamente, cuando el aludido afirma respecto a sus obras: “no todo tiene explicación”

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