Un mundo que se ha convertido en una
ciudad.
Lorena Guas.
La
primera práctica que realicé cuando comencé fotografía consistía en una salida grupal para retratar
mi ciudad, Gijón. Me pareció una idiotez supina. Pero al ver al día siguiente
los resultados tuve que callarme la boca. Es maravilloso ver la visión tan
diferente que pueden llegar a tener las personas acerca de una misma idea.
En
esta exposición de Ángel Marcos (Medina del Campo, 1955) podemos apreciar su
particular visión alrededor de la idea de ciudad, esas urbes enormes y
monstruosas, que en el fondo son un conjunto de almas encerradas en ellas
buscando sus sueños.
Por
una parte está el extenso trabajo de Ángel Marcos alrededor de Madrid, trabajo
del cual forman parte la mayoría de las
fotografías de la exposición, con un
catálogo enorme de imágenes, desde fotografías de sitios emblemáticos de
la capital que recorremos casi a diario, hasta rincones oscuros de escaparates
con viejas muñecas de porcelana que ninguno de nosotros encontrará jamás.
Podría ser ésta una metáfora alrededor de las ciudades, mezcla de lugares sobados y revisitados con esos otros “secret
spots” que no desvelaríamos ni a nuestro mejor amigo.
Por otra
parte están las fotografías de ciudades como La Habana, Nueva York o Shanghái.
Éstas nos hablan de las diferentes personalidades de cada una de ellas, es
quizá ésta parte de la exposición la que me ha dejado un poco más fría. Veo demasiados clichés alrededor de ellas.
Es
su visión la de un espectador que mira como cada una de estas masas de cemento
se han anclado en los sueños de una nación, el sueño americano, el anclado en
el mito melancólico revolucionario cubano y el
meteórico sueño chino que ha
conseguido colocar su país en lo más alto de la economía.
Acerca
de los materiales me ha sorprendido el uso de las diversas técnicas.
Cajas
de luz, cajas de cartón, soportes en forma de señales de trafico…
Muy
interesante la cortina de fotografías en blanco y negro que vas descubriendo a
medida que subes la escalera. El espacio expositivo de la fundación Canal es en
sí muy inspirador para todo tipo de disciplinas, en la cúpula de la última
planta se puede disfrutar de las palabras de Ortega y Gasset con una proyección
de imágenes de la Residencia de Estudiantes.
Es
imposible entender el significado real de las fotografías y las diversas instalaciones
sin ver el vídeo Jilguero, que se
encuentra en la segunda planta, en el que Marcos nos desarma y llena de
ansiedad con la historia de un pájaro que es atrapado y enjaulado. El animal
para beber tiene que aprender a subirse
el agua con un dedal pendiendo de un hilo bajo sus patas. El gusto del ser
humano por la esclavitud es la otra metáfora alrededor de esta exposición.
Somos esclavos de las ciudades y a su vez nos gusta ver esclavizados a los
demás en ellas.
También
importante me pareció uno de los libros que están esparcidos por la mesa de la última planta, si te tomas un
tiempo y los miras, descubres entre ellos La ciudad en la historia de Lewis
Mumford , que comienza con una frase que esconde mucho del sentido de la
exposición: “Este libro comienza con una ciudad que era, simbólicamente, un
mundo; termina con un mundo que se ha convertido en una ciudad. “
¿Estamos
condenados a convertir nuestro mundo en una enorme masa de cemento llena de
almas vagando en busca de sus sueños? ¿o no se trata de una condena si no de
nuestra propia naturaleza humana que gusta de regocijarse en el esclavismo del
vecino?
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