domingo, 21 de septiembre de 2014


LO QUE NADIE VE.

Inés Lumbreras.

            Mateo Maté (1964) anteriormente pintor y actualmente escultor, afirmando que se siente más cercano a los carpinteros que a los pinceles, utiliza en su obra objetos cotidianos de su entorno, incluso íntimos para mostrar cómo en la actualidad los espacios en los que vivimos están impregnados de tensiones que se mezclan. Con su obra  quiere mostrar que el mundo en el que vivimos es indescifrable dando un gran uso a la ironía. Utiliza objetos de nuestro entorno, pero generando una sensación de desconcierto, de caos para así mostrar que el mundo en el que vivimos está repleto de amenazas, peligros y enigmas.

            El conjunto de obras de su exposición La cara oculta muestra cuadros contra la pared donde los bastidores están sobre el lienzo y no el lienzo sobre los bastidores que pasan a ser los protagonistas de la obra. Nos da a entender cómo las cosas que no vemos, que creemos insignificantes en realidad son el principio de todo. Da a conocer lo que la gente no es capaz de ver pero sin embargo está siempre presente.

            Mateo Maté acostumbra a jugar con los símbolos, cómo la utilización de la forma de distintas zonas geográficas, con mayor intensidad en la figura de la Península Ibérica. En esta obra utiliza el laberinto como símbolo. Utiliza los bastidores para crear el laberinto, uno de los símbolos de la humanidad presentes desde la Antigüedad Clásica y que se reflejan en la mitología cómo con el mito de El minotauro en el palacio de Cnosos en Micenas,  mostrando así que la misma vida es un laberinto y que está siempre presente. El camino al arte es complicado, sin embargo, la obra no te da la respuesta. La vida está plagada de preguntas sin respuesta, muchas veces nos encontraremos con ese camino del laberinto que nos llevará a un sin salida.

            Desde el Renacimiento al Barroco los hombres utilizaban los laberintos para tener tiempo para ellos mismos, para reflexionar. Era un sitio donde nadie les podía encontrar, para encontrarse a ellos mismos, dónde no existían las leyes humanas.

            Nada más entrar en la galería nos recibe con un laberinto que nos lleva a todos hacia el mismo camino, hacia la obra, que sin embargo no nos da ninguna respuesta clara, Mateo Maté  no busca imponer una idea sobre su obra, sino que da rienda suelta a la libre interpretación. Utiliza este laberinto para mostrar cómo vamos todos por el mismo camino, estando pendientes de no salirnos, muestra la sociedad actual, como todos estamos homogeneizados, ya que desde pequeños estamos sometidos a una enseñanza estándar donde nos muestran los que es “normal” o “anormal”.

            Maté consigue salir de este laberinto dejando los pinceles a parte y mostrando lo que nadie muestra ni tiene en cuenta. Se sale del camino que siguen todos los artistas para llegar a darnos una visión diferente, desde otro punto de vista. No busca crear un vínculo directo entre la obra y el espectador como hacen los cuadros convencionales que transmiten, por lo general, un único sentimiento o sensación. Sus obras no transmiten sensaciones ni sentimiento, sino mensajes, mediante los objetos que utiliza y los símbolos que representa consigue mantener una “conversación” con el espectador.

            Es una obra contemporánea que muestra la sociedad en la que vivimos, esa forma de vida metódica y superficial, como todos seguimos el mismo camino y como vamos tan pendientes de no “perdernos” nunca que no nos fijamos en las cosas que está “ocultas” y no nos detenemos a observarlas y, que sin embargo son la base de todo lo que vemos.

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