BASURA TECNOLÓGICA
Cristina Salomé Gil San Martín (1º Grado
Historia del Arte)
Daniel Canogar (Madrid 1968), artista español
de gran relevancia a nivel mundial .Su trabajo gira entorno a las instalaciones
electrónicas, videos y fotografía. Gran defensor del arte español, ha expuesto
en diversos lugares del mundo y realizado trabajos tanto en espacios cerrados,
como museos y galerías o espacios públicos, como en la plaza Times Square de
Nueva York, donde expuso con gran éxito su obra Storming Times Squared que es el resultado de una performance que
cuenta con la participación del público. Sus trabajos, se han presentado entre otros
en: Barcelona, Lyon, Nueva York, Caracas, Austria, Berlín… y ahora llega a
Madrid y lo hace en la galería Max Estrella.
Desechos
olvidados de la tecnología, que alguna vez albergaron recuerdos, eso es lo que
muestra Daniel Canogar con su particular trabajo en Small Data. Objetos que en
algún momento de nuestra vida fueron funcionales, cotidianos, de los que nos
servíamos para relacionarnos, buscar información o simplemente entretenernos,
alcanzan el concepto de arte.
Un
concepto que habla del pasado, de la memoria, del no parar de crear de la
sociedad. Observamos como objetos que podríamos clasificar de contemporáneos
son destronados de su puesto a la velocidad de la luz por elementos
actualizados que casi alcanzan la inteligencia del ser humano. Es un no parar
de renovación, a penas da tiempo a asimilar un nuevo producto cuando ya tenemos
el siguiente en nuestras manos.
El artista, parece dar vida a toda esta
“chatarrería” (placas de circuito, calculadoras, móviles, discos duros…) con la
ayuda de unos videos proyectados sobre las piezas electrónicas, y estas
apoyadas sobre tableros blancos dispuestos de manera individual parecen
resucitar. Una exposición de gran minuciosidad donde los caracteres encuentran
su tecla entre cientos de ellas, donde la corriente pasa por el circuito o
donde los dígitos de la calculadora quedan impregnados en la imagen de su
pantalla” muerta”. Los videos proyectados con minuciosidad emulan lo que alguna
vez fueron esas piezas de desecho, donde el teclado vuelve a encender y a
formar palabras o el trabajo en cadena de la elaboración de un teléfono móvil o
alguna pieza electrónica convertida en tocadiscos o las ecuaciones resueltas
con la calculadora…Todo ello revive un cementerio electrónico.
Todo
esto refleja según el autor el concepto efímero de la vida, que nada es eterno
y que todo se renueva dejando paso a generaciones más avanzadas pero que
siempre debemos tener presente el recuerdo y no perderlo. El artista refleja
recuerdos y defiende la importancia del uso de estas herramientas electrónicas
y avanzar con ellas pero sin abandonar la tradición y el pasado muchas veces
guardado en estos aparatos electrónicos y que son desechados y eliminados junto
a estas herramientas, porque gracias a él la sociedad ha llegado hasta donde se
encuentra ahora. Factor de riesgo sin duda a tener en cuenta en este mundo en
el que vivimos.
Una
exposición que no deja indiferente a nadie, donde nos sentimos identificados y
donde encontrar algún recuerdo olvidado. En este archivo de la memoria
encontramos un ambiente que desprende la pasión del creador por su obra.
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