lunes, 29 de septiembre de 2014

REALIDAD TECNOLÓGICA
Enrique Gómez Ávila
Daniel Canogar es una artista que conjuga la realidad material con proyecciones animadas, dándole a la obra una sensación de constante movimiento y transformación a ojos del espectador.
 En Small Data se puede apreciar esta unión entre lo material y lo tecnológico, utilizando objetos, o parte de ellos, relacionados con la tecnología cotidiana, dándoles movimiento y ritmo a través de animaciones realizadas con proyectores, haciendo que esos elementos, algunos hasta rotos, tengan mayor actividad que en el momento de su uso, dándoles como una segunda oportunidad desde una perspectiva completamente estética y artística alejada de la funcionalidad para la cual fueron creados.
Canogar se podría decir que actúa como una especie de arqueólogo, recuperando máquinas otrora útiles en nuestras vidas, e interpretándolas, deduciéndose en esa interpretación una crítica a la drogodependencia que la especie humana está experimentando en este siglo XXl  con las nuevas, y constantemente cambiantes, tecnologías, teniendo como consecuencia el continuo trasiego por mejorar los modelos de un día para otro, el despilfarro y el arrojo de los objetos tecnológicos obsoletos.
La idea del arrojo de las maquinas inservibles por parte del hombre hace que en este gesto, al haber experimentado esa total dependencia y adicción que crean actualmente las nuevas tecnologías, se vaya en ese objeto una parte del propietario a la basura, un tiempo irremplazable de su vida, la cual ha pasado y disfrutado con el objeto.
También en esta exposición, uno se da cuenta de la gran cantidad de cosas que uno puede hacer con los objetos expuestos, la gran contribución las piezas expuestas a la mejora de nuestra calidad de vida y al desarrollo mundial, frenético en la actualidad, la magia de estos objetos. En piezas como la de las teclas dispersas de un teclado cualquiera o la obsoleta calculadora (con ese montón de ecuaciones y formulas de la cual salían proyectadas) te das cuenta de la cantidad de elementos, que constituyen la base de nuestro mundo actual, que se han originado a partir de esos elementos, que ahora vemos como simples objetos debido a su uso extendido, pero que deberíamos apreciar y valorar como fábricas de sabiduría y conocimiento, de originalidad, y por ello esta exposición hace ver que el futuro del arte no está en la abstracción ni en obras inútiles adornadas con supersticiones del artista, sino que el futuro del arte está en la tecnología, en lo informático.  Volver a sorprender al público siguiendo el espíritu de los vanguardistas de principios del siglo XX  a través de las nuevas tecnologías y hacer frente a la espiral (como la que se reflejaba en los discos duros) de arte abstracto e irrisorio en la cual el mundo del arte contemporáneo se está viendo abocado.  Igual que Canogar hace que renazcan las obras expuestas, el arte debe de renacer.
Una pieza interesante que me dio mucho que pensar fue un pequeño montón de escombros formado por piezas rotas y descascarilladas de ordenadores, televisores y demás aparatos. De este montón de escombros salía proyectada gente que se movía de manera serpenteante, entrando y saliendo del montón de escombros.  Aquí creo que se refleja muy bien la cara B del progreso, y que es una idea en la que ya he profundizado antes, la enorme cantidad de objetos que tiramos. El progreso hace que objetos que ayer estaban de rabiosa actualidad estén hoy en el más absoluto de los olvidos.
En conclusión, la exposición de Daniel Canogar es una exposición animada, interactiva, en constante movimiento, como una metáfora del mundo tecnológico, y fomentando la idea de reinvención e innovación que la sociedad necesita para seguir construyéndose.



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