REALIDAD TECNOLÓGICA
Enrique Gómez Ávila
Daniel Canogar es una artista que conjuga la realidad
material con proyecciones animadas, dándole a la obra una sensación de
constante movimiento y transformación a ojos del espectador.
En Small Data se
puede apreciar esta unión entre lo material y lo tecnológico, utilizando
objetos, o parte de ellos, relacionados con la tecnología cotidiana, dándoles
movimiento y ritmo a través de animaciones realizadas con proyectores, haciendo
que esos elementos, algunos hasta rotos, tengan mayor actividad que en el
momento de su uso, dándoles como una segunda oportunidad desde una perspectiva
completamente estética y artística alejada de la funcionalidad para la cual
fueron creados.
Canogar se podría decir que actúa como una especie de
arqueólogo, recuperando máquinas otrora útiles en nuestras vidas, e
interpretándolas, deduciéndose en esa interpretación una crítica a la
drogodependencia que la especie humana está experimentando en este siglo XXl con las nuevas, y constantemente cambiantes,
tecnologías, teniendo como consecuencia el continuo trasiego por mejorar los
modelos de un día para otro, el despilfarro y el arrojo de los objetos
tecnológicos obsoletos.
La idea del arrojo de las maquinas inservibles por parte del
hombre hace que en este gesto, al haber experimentado esa total dependencia y
adicción que crean actualmente las nuevas tecnologías, se vaya en ese objeto
una parte del propietario a la basura, un tiempo irremplazable de su vida, la
cual ha pasado y disfrutado con el objeto.
También en esta exposición, uno se da cuenta de la gran
cantidad de cosas que uno puede hacer con los objetos expuestos, la gran
contribución las piezas expuestas a la mejora de nuestra calidad de vida y al
desarrollo mundial, frenético en la actualidad, la magia de estos objetos. En
piezas como la de las teclas dispersas de un teclado cualquiera o la obsoleta
calculadora (con ese montón de ecuaciones y formulas de la cual salían
proyectadas) te das cuenta de la cantidad de elementos, que constituyen la base
de nuestro mundo actual, que se han originado a partir de esos elementos, que
ahora vemos como simples objetos debido a su uso extendido, pero que deberíamos
apreciar y valorar como fábricas de sabiduría y conocimiento, de originalidad,
y por ello esta exposición hace ver que el futuro del arte no está en la
abstracción ni en obras inútiles adornadas con supersticiones del artista, sino
que el futuro del arte está en la tecnología, en lo informático. Volver a sorprender al público siguiendo el
espíritu de los vanguardistas de principios del siglo XX a través de las nuevas tecnologías y hacer
frente a la espiral (como la que se reflejaba en los discos duros) de arte
abstracto e irrisorio en la cual el mundo del arte contemporáneo se está viendo
abocado. Igual que Canogar hace que
renazcan las obras expuestas, el arte debe de renacer.
Una pieza interesante que me dio mucho que pensar fue un
pequeño montón de escombros formado por piezas rotas y descascarilladas de ordenadores,
televisores y demás aparatos. De este montón de escombros salía proyectada
gente que se movía de manera serpenteante, entrando y saliendo del montón de
escombros. Aquí creo que se refleja muy
bien la cara B del progreso, y que es una idea en la que ya he profundizado
antes, la enorme cantidad de objetos que tiramos. El progreso hace que objetos
que ayer estaban de rabiosa actualidad estén hoy en el más absoluto de los
olvidos.
En conclusión, la exposición de Daniel Canogar es una
exposición animada, interactiva, en constante movimiento, como una metáfora del
mundo tecnológico, y fomentando la idea de reinvención e innovación que la
sociedad necesita para seguir construyéndose.
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