domingo, 28 de septiembre de 2014

                            AGUA ENTRE CUATRO CIUDADES
                                 Rebeca Menéndez López  (1º de Historia del Arte).

Es un depósito, arquitectura industrial del Madrid de 1900, se diseña para abastecer   agua  al distrito de Chamberí, un  depósito elevado de planta circular, proyectado por Diego Martín Montalvo, obra que ejecuta en 1912 el ingeniero  Luis Moya Idígoras. Realizado en ladrillo visto y el primero que se construye, ´el Vaso´, se mantuvo  en funcionamiento hasta 1952. Una vez clausurado el abastecimiento de agua, la instalación permaneció cerrada, hasta  convertirla  en 1986 en Sala  de Exposiciones de Madrid del Canal de Isabel II.
Lugar emblemático por donde discurrían aguas, Ángel Marcos,  fotógrafo industrial, expone en 2014  Cuatro series de fotografías dedicadas a 4 ciudades, queriendo realizar un montaje de manera que el visitante perciba con la puesta en escena, la evocación del paso de las aguas.
Diseña un bastidor de acero de 3,20m x 3,20m y reviste sus paredes con alambres  de acero ondulado, imitando una reja. Lo  coloca en el centro del Vaso colgado por fuertes flejes de acero y sus correspondientes contrapesos. Alrededor de este esqueleto de acero, discurren también circundándolo  108 escalones fabricados en planchas de acero estampado en 4 . A través de estas escaleras se accede a los  pisos superiores. Cuatro ciudades y cuatro pisos.
En la planta baja, la más amplia, y como se accediéramos a una cámara oscura, vemos en el suelo una parte de alfombra verde  que nos hace imaginar el agua que allí hubo en su día . Centradas  sillas  las rodea de unas instalaciones en alto con fotos que iluminan, llenas de amapolas y margaritas y  en las paredes comenzamos a disfrutar de las fotografías. Una voz en off, José Ortega y Gasset.
Comenzamos a subir en derredor del cubo y aparecen colgadas y sujetas con  entenallas  fotos reveladas en polietileno transparente , en blanco y negro,  con imágenes de diferentes lugares de la ciudad, iluminadas desde arriba y desde el centro.  Vamos dando la vuelta al cubo  imaginándonos cómo fluye la Fotografía, la Ciudad y el Agua. Es una cascada inconmensurable de fotografías que se aprecian desde todos los ángulos posibles. En las paredes del recinto también aparece obra colgada. Madrid crece, poblado dirigido Alcorcón. La Habana enseña caras del régimen. 
De gran formato, unas 10, podemos entrever desde dónde inicia la ampliación  Shanghai, edificios que crecen cada 24 horas con trabajos de operarios ininterrumpidamente cada 8 horas. Corremos  por  los tejados  y calles de Nueva York, periferia de Manhattan,  calles donde no pasa ningún ciudadano, edificios emblemáticos que definen claramente la arquitectura americana del último siglo y actual.
Hay dos  obras muy singulares dedicadas a Madrid, de grandísimo formato, al museo del Prado y la otra al Palacio Real. Ambas están grabadas-reveladas sobre una plancha de metal, siendo el colorido y las imágenes, lo que  les confiere  una apariencia de  grabado metálico, terminado con un barniz brillante, incoloro,  las dos  que impactan con grandísima fuerza al visitante. Si las observamos con detenimiento, se aprecia perfectamente una ligera superficie elevada donde se deposita más cantidad de color, la imagen sobresale infinitesimalmente de la lámina de metal, y brilla con la pátina final.
 A todo esto, mientras observamos las imágenes, el torrente de fotografías del eje central, se mantiene a lo largo de todo el recorrido. Nos sentimos totalmente inmersos en un aluvión de fotos, pero se percibe la sensación del discurso del agua también. Hasta en las cajas con fotos en su interior, cajas negras, se oye ruido del agua. Hasta en los libros esparcidos sin carátula, sellados por la biblioteca, dispuestos irregularmente, corre la fotografía y el agua.
 

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