AGUA ENTRE CUATRO
CIUDADES
Rebeca
Menéndez López (1º de Historia del Arte).
Es un depósito, arquitectura
industrial del Madrid de 1900, se diseña para abastecer agua al distrito de Chamberí, un depósito elevado de planta circular, proyectado
por Diego Martín Montalvo, obra que ejecuta en 1912 el ingeniero Luis Moya Idígoras. Realizado en ladrillo
visto y el primero que se construye, ´el Vaso´, se mantuvo en funcionamiento hasta 1952. Una vez
clausurado el abastecimiento de agua, la instalación permaneció cerrada, hasta convertirla en 1986 en Sala de Exposiciones de Madrid del Canal de Isabel
II.
Lugar emblemático por donde
discurrían aguas, Ángel Marcos, fotógrafo industrial, expone en 2014 Cuatro series de fotografías dedicadas a 4
ciudades, queriendo realizar un montaje de manera que el visitante perciba con la
puesta en escena, la evocación del paso de las aguas.
Diseña un bastidor de acero de
3,20m x 3,20m y reviste sus paredes con alambres de acero ondulado, imitando una reja. Lo coloca en el centro del Vaso colgado por
fuertes flejes de acero y sus correspondientes contrapesos. Alrededor de este
esqueleto de acero, discurren también circundándolo 108 escalones fabricados en planchas de acero
estampado en 4 . A través de estas escaleras se accede a los pisos superiores. Cuatro ciudades y cuatro
pisos.
En la planta baja, la más amplia,
y como se accediéramos a una cámara oscura, vemos en el suelo una parte de
alfombra verde que nos hace imaginar el
agua que allí hubo en su día . Centradas sillas las rodea de unas instalaciones en alto con
fotos que iluminan, llenas de amapolas y margaritas y en las paredes comenzamos a disfrutar de las
fotografías. Una voz en off, José Ortega y Gasset.
Comenzamos a subir en derredor
del cubo y aparecen colgadas y sujetas con entenallas fotos reveladas en polietileno transparente ,
en blanco y negro, con imágenes de
diferentes lugares de la ciudad, iluminadas desde arriba y desde el centro. Vamos dando la vuelta al cubo imaginándonos cómo fluye la Fotografía, la Ciudad
y el Agua. Es una cascada inconmensurable de fotografías que se aprecian desde
todos los ángulos posibles. En las paredes del recinto también aparece obra
colgada. Madrid crece, poblado dirigido Alcorcón. La Habana enseña caras del
régimen.
De gran formato, unas 10, podemos
entrever desde dónde inicia la ampliación Shanghai, edificios que crecen cada 24 horas
con trabajos de operarios ininterrumpidamente cada 8 horas. Corremos por los
tejados y calles de Nueva York,
periferia de Manhattan, calles donde no
pasa ningún ciudadano, edificios emblemáticos que definen claramente la
arquitectura americana del último siglo y actual.
Hay dos obras muy singulares dedicadas a Madrid, de grandísimo
formato, al museo del Prado y la otra al Palacio Real. Ambas están grabadas-reveladas
sobre una plancha de metal, siendo el colorido y las imágenes, lo que les confiere una apariencia de grabado metálico, terminado con un barniz
brillante, incoloro, las dos que impactan con grandísima fuerza al
visitante. Si las observamos con detenimiento, se aprecia perfectamente una
ligera superficie elevada donde se deposita más cantidad de color, la imagen
sobresale infinitesimalmente de la lámina de metal, y brilla con la pátina
final.
A todo esto, mientras observamos las imágenes,
el torrente de fotografías del eje central, se mantiene a lo largo de todo el
recorrido. Nos sentimos totalmente inmersos en un aluvión de fotos, pero se
percibe la sensación del discurso del agua también. Hasta en las cajas con
fotos en su interior, cajas negras, se oye ruido del agua. Hasta en los libros
esparcidos sin carátula, sellados por la biblioteca, dispuestos irregularmente,
corre la fotografía y el agua.
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