Ana Moreno Fernández
Crítica
de la exposición “Alrededor del sueño 4” de Ángel Marcos.
En
esta ocasión el vallisoletano Ángel Marcos nos presenta un proyecto
en construcción permanente, que ha ido creciendo desde 2001. La obra
supone una oda a la destrucción de la ciudad y de la sociedad como
concepto, tal y como las conocemos. Así ambas se apoyan en la
publicidad y el consumismo , convirtiéndose en dos completas
desconocidas para sus habitantes. Todo esto lo vemos cimentado en la
planta baja del edificio donde se exponen fotografías entre los años
2001 y 2009, tomadas en Nueva York, La Habana y Shangai. En esta
primera parte de la exposición se refleja el cambio de las
diferentes ciudades: cómo la publicidad le ha dado la vuelta al
sueño americano, convirtiéndolo en un mero despojo urbanístico,
una jungla del consumo; o la manera antagónica de crecimiento de la
sociedades china y cubana, que a pesar de seguir modelos económicos
comunistas, la primera ha adoptado el modelo de occidente
alimentándolo y haciéndolo crecer de manera insostenible; mientras
que la segunda ha mantenido sus mitos e iconos pero sigue estancada
en un tiempo estático, como podemos ver en las fotografías de la
urbe.
El
progreso únicamente impulsado por motivos económicos se refleja en
una sociedad consumista invadida por la publicidad, una urbe
desmesurada y desnuda que nos ofrece su lado más frío entorno a la
periferia. De tal manera que se nos muestra la crisis de valores que
recae sobre nuestra civilización, retratando una arquitectura
desnuda y fría, ajena a lo humano y a lo social, que ignora su
función primera, dejándose en las manos de el arte por el mero
placer estético. Este vacío social se intensifica en el momento que
Marcos despoja del elemento humano a su obra, así captura la
arquitectura y la publicidad de una forma mucho más intensa.
La
segunda parte de la exposición se centra en la ciudad de Madrid, con
una gigantesca columna vertebral formada por diferentes capturas de
los elementos más castizos de la capital. Esta familiaridad
contrasta a su vez con la monumentalizad que ofrecen otras
fotografías, símbolos del poder de la ciudad como son el museo del
Prado, o la estatua de Felipe II. De
esta manera el artista nos invita a una contemplación reflexiva de
su obra, a preguntarnos hasta que punto influye la publicidad en
nuestras vidas, o la confirmación de la identidad dentro de una
ciudad multicultural, abierta y plurinacional. Ángel Marcos nos abre
los ojos a un Madrid al que estamos acostumbrados, y que solo es
valorado por el visitante, los rincones emblemáticos y simbólicos
han invadido nuestra
vida de manera que solo la ignorancia del turista es la que se
interesa por ella.
Para
terminar la exposición nos encontramos con una serie de fotografías
de las calles del Ensanche sur de Alarcón, que bien podría ser
cualquier otra ciudad, vacía de valores representando a la
perfección esta sociedad. Priorizar el envoltorio, la forma de
contarlo, frente al conocimiento en sí es el gran cliché de
nuestros días, y así lo vemos reflejado en es esta serie. Calles
con nombres rimbombantes y grandilocuentes, que albergan edificios
diseñados por grandes arquitectos están en desajuste con las
necesidades de sus inquilinos, al igual que esta sociedad envuelta en
marketing y consumismo está en desajuste con las necesidades reales
de todo el planeta.
La
ciudad, al igual que la sociedad se encuentra desectructurada, lo que
nos hace plantearnos nuestros horizontes y metas en cuanto al tipo de
estructura económica y estatal que desarrollamos actualmente. La
exposición sin duda des-urbaniza toda la ciudad al retratarla tal y
como es, abriéndonos los ojos hacia lo extraordinario de lo
cotidiano.
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