lunes, 22 de septiembre de 2014

El Artista Perdido
Antonio Rodríguez Jiménez (1º Historia del Arte)
La cara oculta de Mateo Maté es una de sus obras más longevas, lleva trabajando estas obras desde 1994 hasta el día de hoy, y han llegado hasta la galería NF (Nieves Fernández), un lugar pequeño pero perfecto para estas obras, de Madrid donde podemos presenciar estos lienzos sin pintar.
Al dar la vuelta a los lienzos Mateo nos intenta mandar un mensaje, que la obra no está siempre en los colores, en el trazo o en la técnica utilizada sino en lo que representan estos mismos, dándole la importancia a lo que representa la parte de atrás de los cuadros sin mostrar lo de delante.
Mateo quiere expresarnos la dificultad de los artistas para no encerrarse en sus propias obras, las cuales va creando y a la vez le van encerrando en sí mismo haciéndole perderse en su interior al intentar expresar algo que no se entiende.
Desde que uno entra en la galería ya está dentro de su obra sintiendo lo mismo que el artista que está atrapado en su propia creación. Aunque este laberinto tiene una pequeña diferencia, tiene salida, la cual te lleva hacia una de sus mejores obras,” la trampa de artistas”, un cubo de madera con diversos lienzos por sus 6 lados  donde queda pillado el artista.
A parte de esta obra en 3D tenemos otros cuatro lienzos esta vez colgados de las blancas paredes. Cada uno diferente pero que representan lo mismo, la pérdida del artista en su propia obra. Todos están hechos de madera como un lienzo normal pero con formaciones diferentes que dan un aspecto distinto a cada uno. El primero tiene diversos niveles enredados entre sí dando una sensación de que se va a fracturar en cualquier momento. El segundo es un laberinto, como todos, pero con cuadrados uno dentro del otro hasta casi no poder ser más pequeño. El tercero y el cuarto son del mismo estilo pero con formas diferentes, siendo un laberinto con zonas cerradas. Uno de ellos refleja el símbolo nazi intentando representar la represión nazi en sus años de poder.
La sexta obra, el laberinto del suelo, intenta meternos en sus sentimientos, dificultándonos pasar a ver las demás obras.
Con este grupo de obras uno puede darse cuenta de lo bien que Mateo utiliza la madera para crear su arte, un estilo propio que lleva consigo por todo el mundo y que no necesita de materiales caros y raros, intentando transferir sus ideas a nosotros mismos, llegando a  emplear hasta sus objetos más personales en unas de sus obras más grandes haciendo una mudanza al mismísimo matadero de Madrid.
En este apartado de su obra el madrileño nos intenta transmitir la importancia de la simbología, más que la pintura, la escultura o diferentes ramas del arte, donde lo imprescindible es lo representado y no su significado más oculto, ya que en esta época en la que vivimos la gran mayoría de la población solo se fija en lo bonito o en lo realista que es esa figura. Pero Mateo prefiere centrarse en el arte para minorías más que en el arte de masas, buscando imprimir en sus obras un significado profundo el cual solo pueden descifrar unos pocos, una pequeña parte de la población que sepa más en este apartado de la cultura mundial que un porcentaje mucho mayor de población inculta en este tipo de temas que no saben apreciar lo que es el arte de de estos años un arte donde la simbología y su significado han sobrepasado a lo bonito y lo realista, algo que se ha intentado durante toda la historia humana intentando alcanzar la perfección. Pero al haber llegado a este punto el hombre se ha lanzado a por lo enrevesado y lo profundo.

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