Contra figura, paisaje y marina.
Nerea Fernández
Barquilla
¿Somos conscientes de todas las
cosas que quedan ocultas a nuestra mirada?
Mateo Maté (Madrid, 1964) parte de un movimiento que podríamos llamar revolucionario
con el que pretende alejarse de la norma establecida y mostrarnos “la cara
oculta”. De esta manera presenta en su serie de Estructuras Ocultas su faceta
como carpintero combinada con su habitual tono irónico y crítico.
Para lograr un acercamiento a la obra de este
artista, y por consiguiente a su transgresor mensaje, es importante destacar
que su formación en este campo tuvo lugar en la Academia de Bellas Artes de
Madrid, profundamente criticada por su carácter tradicional. Aunque iniciado en pintura, es en la práctica
carpintero, como demuestra en sus series. De hecho, afirma que la última vez
que sostuvo un pincel fue en sus años de estudiante.
Partirá de la tradición creada por
la Academia francesa de Bellas Artes que impuso unos formatos de lienzos
denominados “figura”, “paisaje” y “marina”
que respetaban la proporción matemática. Mateo Maté lanza una sutil réplica hacia estas
convenciones, que a su vez llevan implícito un sistema educativo obsoleto, que
atrapó durante años a los artistas en su propia profesión. Esta repuesta viene
de la mano de un único formato de lienzo: el cuadrado. Sin embargo, no es esto
lo único que propone. El protagonista de su obra por excelencia será el revés
del cuadro, quien cobra una vital importancia en la serie gracias al cambio de
rol entre la superficie principal y la que comúnmente queda oculta. Mediante esta práctica realiza además una
llamada de atención sobre aquello que normalmente resulta invisible o que no
percibimos, todas esas estructuras y normas que existen aunque no las veamos.
Localizada en una galería que puede
resultar austera o áspera, la obra de Mateo Maté no deja indiferente a nadie. Las
paredes están abrigadas únicamente por una serie de lienzos cuyos bastidores
quedan a la vista, y sobre los cuales elaborados laberintos serpentean,
atrapando al espectador en sus estructuras. La totalidad de la sala está además
recorrida por un laberinto creado por un
sistema de balizas que obligan al espectador a seguir un determinado recorrido.
Resulta curiosa la capacidad de Mateo Maté de transmitir un mensaje y a la vez
sugerir otros tantos. Por un lado, nos encontraríamos ante la postura de
protesta de los ya citados sistemas tradicionales, combinada con la
reivindicación de esa cara oculta de las cosas que no percibimos o que a veces
incluso nos negamos a percibir. Por otro lado, el símbolo del laberinto
encajaría con la complejidad del propio camino del arte. Pero aún podríamos dar
un paso más en el significado de este y encontrar en su interior una voz
crítica que manifiesta su desacuerdo ante las visitas previamente estructuradas
en museos y otras instituciones. Pero el camino del espectador no se detiene
aquí, para aquellos que superen el laberinto, han de hacer frente a una trampa
para artistas, una compleja estructura compuesta por bastidores, que sería de
nuevo una referencia a ese mundo oculto .La serie de Estructuras Ocultas se
completa con “Vía Crucis” y su impactante mensaje en la que de nuevo el
protagonista es el revés del cuadro.
La construcción de imágenes mediante
balizas es tan sólo uno de los famosos recursos que utiliza este artista, quien
es también conocido por el uso de la cartografía, el camuflaje o símbolos
nacionales en sus grandes series como Nacionalismo doméstico, Viajo para
conocer mi geografía, Paisajes uniformados o Área restringida. En definitiva, Mateo Maté es
un artista que utiliza objetos cotidianos para crear diferentes espacios, más o
menos complejos y quien no tiene reparos
en adentrarse en el campo de lo social, lo político o incluso en su propia
intimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario