domingo, 21 de septiembre de 2014

Los laberintos que no amaban a las mujeres. - Ana Moreno Fernández

La exposición del madrileño Mateo Maté en la galería Nieves Fernández sigue el hilo argumental de su obra más reciente, haciendo de materiales cotidianos y con una significación ya resuelta y fija una presentación diferente, vislumbrando así su cara oculta ; ofreciéndonos unainterpretación hasta ahora ignorada.
Esto lo podemos ver en su exposición “Camuflaje” donde observamos un beligerante símil entre los objetos más cotidianos y la guerra . Significando así su rebelión frente a la escuela estética madrileña y mostrándonos como el nacionalismo se infiltra en nuestros hogares y en nuestras vidas manifestándose en los útiles más comunes como en su muestra del 2005 “Nacionalismo doméstico” o en “Thanksgiving Turkey”.
En su exposición “La cara oculta” nos muestra elementos comunes como son los batidores de los cuadros de manera laberíntica; dando a entender el carácter complejo de la mente de un artista pero que a su vez se basa en principios simples y básicos. El alto simbolismo del laberinto nos invita a reflexionar sobre el sentido lúdico de la pintura y su abstracción : la mayoría de las veces las galerías, museos y colecciones suponen el laberinto de una sociedad que ignora el arte pero también el de un gran segmento de población que lo usa como método de relajación y evasión de los problemas que nos invaden . Al igual que en otras ocasiones el artista ha utilizado su técnica de “site specific proyect”, es decir el contexto expositivo de la obra y el lugar donde es mostrada son determinantes a la hora de definirla.
En la segunda parte de la exposición podemos reflexionar con una escultura también realizada con bastidores de madera, se nos muestra así la base del artista, su elemoando, pasando por Velázquez, Degas o Rembrant; el bastidor ha sido el punto de apoyo de sus obras independientement de su estlo pictórico o su calidad . En esta obra en concreto lo vemos totalmente diferente; como un laberinto mostrándonos de nuevo la intruncada complejidad de la mente creativa, totalmente atemporal e independiente de manera que lo más simple resulta el denominador común de todo el arte a lo largo de la Historia.
Este elemento común y aglutinante dentro de un conjunto multitudinario lo observamos en su obra “Viajo para conocer mi geografía” donde los elementos aparentemente desordenados cobran orden en el momento que el espectador lo construye; desde su propia perspectiva para darle sentido por si mismo a la obra, que ya de por si configura un elemento por si mismo porque como toda obra de arte no es más que un conjunto de elementos cohesionados por el artista, dándole así su importancia y carácter creador. Así el elemento aglutinador de estas obras serían el arte en sí, por si mismo, en su máxima expresión de creatividad, dando al público la oportunidad de su reinterpretación única desde el punto de vista particular.

De esta forma Mateo Maté transforma objetos ordinarios y cotidianos en iconos y símbolos modernos, asociándolos con conceptos e ideas poco corrientes. Esto hace partícipe al espectador, que con su mirada y con su contexto revitaliza y reinterpreta la obra, haciéndola única y especial. Colaborando de esta manera en el proceso creativo. Se crea una miscelánea, una obra conjunta de dos creadores únicos. Porque, ¿qué representa mejor la ambigüedad que un laberinto? En un laberinto se puede entrar para perderse o encontrarse, para explorar o esconderse, para liberarse o encerrarse. Al igual que pasa con la experiencia artísica, es ambigua de por si, dejando a la interpretación personal gran parte de la carga connotativa de la obra.  

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