lunes, 29 de septiembre de 2014

Recuerdos tecnológicos de centro de reciclaje.

María Merino Jiménez (1º curso de Historia Del Arte)

Daniel Canogar nacido en 1964 (Madrid) se especializo en el campo de la fotografía en New York. Su trabajo se basa en un punto medio entre recuerdo e identidad, tratando de explicar como los nuestros propios se hallan en cosas que para nosotros no tienen suma importancia después de haberlas reemplazado. Canogar no llego a hacer una exposición en solitario hasta 1985 en la propia ciudad de Madrid. Después de esta ha hecho exposiciones individuales en espacios públicos como “Waves”, “Travesías”, “Constelaciones, etc. además de exposiciones colectivas. Y entre sus últimos proyectos destaca Asalto New York, Latidos, Vórtices, y algunas más. Aunque su especialización sea la fotografía también ha escrito cuatro libros.

Expuesta en la galería Max Estrella encontramos Small Data en la que hace un trabajo típico de arqueólogo, para hacer este arte con el que quiere sacar recuerdos de aparatos tecnológicos viejos, recogiendo de centros de reciclaje estos dispositivos antiguos y como ordenadores, escáner, fotocopiadoras, teléfonos móviles, consolas, mandos a distancia y demás. Ha representado estos dispositivos en baldas individuales, tratándolos como las propias figuras que observamos en un arqueólogo, en las que les proyecta esas imágenes con el fin de intentar devolver la vida de estos instrumentos usados en el pasado y que han sido llevados a centros de reciclaje o tirados. Además de este propósito encontramos que intenta obtener de ellos todos los recuerdos o funciones que el pasado tuvieran y cuando fueron útiles, según Daniel Canogar: “estas instalaciones buscan reanimar lo inanimado”. Con esta afirmación podemos afirmar que Daniel Canogar quiere dar vida a estos dispositivos inanimados, mostrar los secretos que había en ellos y reavivar su historia para con ella conseguir un retrato de la sociedad que los utilizo y que hoy en día los ha reemplazado por otros dejando abandonados todo lo que en ellos había, es decir, toda la memoria. El artista al mismo tiempo quiere representar la fugacidad de la vida tanto en los aparatos como en la sociedad.

Canogar revive con esas proyecciones todas las funciones, todas las luces, todas las piezas de estos dispositivos tenían en su época de esplendor como por ejemplo esa game boy en la que se reviven todos los iconos y todos sus personajes. Así como estos instrumentos también ayudan a ver como la sociedad de sus épocas era de otra manera y tenían otra situación; sin embargo, ahora en la sociedad actual tan tecnológica, estos aparatos se han vuelto imprescindibles en nuestra vida. Tanto como que hoy en día nadie sale de casa con un teléfono, en cambio antes cuando alguien tenía un ordenador o un teléfono lo utilizaba para las cosas que de verdad eran importantes para trabajo, para tener un rato de ocio (Game Boy) y guardar esos recuerdos tecnológicos, de los que hablamos, que se hacían con las fotos. Eso muestra como la sociedad actual ha ido cambiando y se ha ido deshaciéndose de estos dispositivos sin dejar lado para ellos en la nueva sociedad tecnológica de la actualidad, como muestra cada vez que hace que el fuego de sus proyecciones acabe con estos aparatos del pasado.


Finalmente, Canogar hace esta exposición con la intención de que la gente que vaya a verla y en ella recuerde todas las experiencias, momentos vividos con esos aparatos que aunque  estén recogidos de esos centros de reciclaje han tenido como toda la sociedad su vida y su muerte dentro de esta sociedad de consumo. Al igual en ellos reside la relación que en su día el artilugio tuvo con su usuario dando lugar a esos recuerdos tecnológicos.

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