Recuerdos tecnológicos de centro de reciclaje.
María Merino Jiménez (1º curso de
Historia Del Arte)
Daniel
Canogar nacido en 1964 (Madrid) se especializo en el campo de la fotografía en
New York. Su trabajo se basa en un punto medio entre recuerdo e identidad,
tratando de explicar como los nuestros propios se hallan en cosas que para
nosotros no tienen suma importancia después de haberlas reemplazado. Canogar no
llego a hacer una exposición en solitario hasta 1985 en la propia ciudad de
Madrid. Después de esta ha hecho exposiciones individuales en espacios públicos
como “Waves”, “Travesías”, “Constelaciones,
etc. además de exposiciones colectivas.
Y entre sus últimos proyectos destaca Asalto
New York, Latidos, Vórtices, y algunas más. Aunque su especialización sea
la fotografía también ha escrito cuatro libros.
Expuesta en la galería
Max Estrella encontramos Small Data en
la que hace un trabajo típico de arqueólogo, para hacer este arte con el que
quiere sacar recuerdos de aparatos tecnológicos viejos, recogiendo de centros
de reciclaje estos dispositivos antiguos y como ordenadores, escáner,
fotocopiadoras, teléfonos móviles, consolas, mandos a distancia y demás. Ha
representado estos dispositivos en baldas individuales, tratándolos como las
propias figuras que observamos en un arqueólogo, en las que les proyecta esas
imágenes con el fin de intentar devolver la vida de estos instrumentos usados
en el pasado y que han sido llevados a centros de reciclaje o tirados. Además
de este propósito encontramos que intenta obtener de ellos todos los recuerdos
o funciones que el pasado tuvieran y cuando fueron útiles, según Daniel Canogar:
“estas instalaciones buscan reanimar lo
inanimado”. Con esta afirmación podemos afirmar que Daniel Canogar quiere dar
vida a estos dispositivos inanimados, mostrar los secretos que había en ellos y
reavivar su historia para con ella conseguir un retrato de la sociedad que los
utilizo y que hoy en día los ha reemplazado por otros dejando abandonados todo
lo que en ellos había, es decir, toda la memoria. El artista al mismo tiempo
quiere representar la fugacidad de la vida tanto en los aparatos como en la
sociedad.
Canogar
revive con esas proyecciones todas las funciones, todas las luces, todas las
piezas de estos dispositivos tenían en su época de esplendor como por ejemplo
esa game boy en la que se reviven todos los iconos y todos sus personajes. Así como
estos instrumentos también ayudan a ver como la sociedad de sus épocas era de
otra manera y tenían otra situación; sin embargo, ahora en la sociedad actual
tan tecnológica, estos aparatos se han vuelto imprescindibles en nuestra vida.
Tanto como que hoy en día nadie sale de casa con un teléfono, en cambio antes
cuando alguien tenía un ordenador o un teléfono lo utilizaba para las cosas que
de verdad eran importantes para trabajo, para tener un rato de ocio (Game Boy)
y guardar esos recuerdos tecnológicos, de los que hablamos, que se hacían con
las fotos. Eso muestra como la sociedad actual ha ido cambiando y se ha ido
deshaciéndose de estos dispositivos sin dejar lado para ellos en la nueva
sociedad tecnológica de la actualidad, como muestra cada vez que hace que el
fuego de sus proyecciones acabe con estos aparatos del pasado.
Finalmente,
Canogar hace esta exposición con la intención de que la gente que vaya a verla
y en ella recuerde todas las experiencias, momentos vividos con esos aparatos
que aunque estén recogidos de esos
centros de reciclaje han tenido como toda la sociedad su vida y su muerte
dentro de esta sociedad de consumo. Al igual en ellos reside la relación que en
su día el artilugio tuvo con su usuario dando lugar a esos recuerdos
tecnológicos.
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